Karen Reichardt, la nueva “estrella” libertaria tras la caída de Santilli y la renuncia de Espert.
“Política para pocos, circo para todos.” La frase que circula entre los pasillos del Congreso podría ser también el nuevo eslogan de campaña de La Libertad Avanza, el movimiento que prometía dinamitar la casta… y terminó audicionando vedettes.
Tras la renuncia de José Luis Espert, el oficialismo libertario se quedó sin candidato y sin libreto. Pero no por mucho tiempo: apareció Karen Reichardt, actriz, modelo y ex vedette de los ’90, recordada por sus pasos en “Brigada Cola”, “Despertar de pasiones” y su tapa en Playboy junto a María Fernanda Callejón.
Así, la política argentina suma un nuevo capítulo de su tragicomedia institucional: “El Congreso del espectáculo”, con libreto de Milei y dirección artística del mercado.
Casting abierto: se buscan diputados con buena presencia
La Libertad Avanza parece haber entendido todo: si el ajuste no levanta el ánimo, nada mejor que un poco de entretenimiento. Después de todo, ¿para qué queremos economistas, legisladores o técnicos, si podemos tener a una vedette con experiencia en luces y cámaras?
“Sin formación, sin gestión, sin proyecto, pero con el sello de Milei”, dicen en la oposición, aunque en el oficialismo prefieren llamarlo “renovación del elenco estable”.
La política se volvió un reality show: los debates se transforman en monólogos, las leyes en slogans y los funcionarios en influencers. El mérito ya no se mide en votos o ideas, sino en rating.
Del cabaret al Congreso
Si alguien creyó que el “fin de la casta” significaba el fin del show, se equivocó: la función recién empieza. Karen Reichardt, que alguna vez deslumbró con lentejuelas, ahora lo hará con fueros. El escenario cambió, pero el guion es el mismo: exposición, obediencia y aplausos.
“El Congreso no es un cabaret”, dicen algunos, aunque los hechos demuestran lo contrario. Porque si algo caracteriza a la política libertaria, es su capacidad para confundir la gestión pública con un sketch
Argentina, temporada 2025
Con Reichardt a la cabeza, Milei confirma que su revolución cultural no era económica, sino televisiva. El Estado se achica, pero el elenco crece. Las fábricas cierran, los jubilados cobran cada vez menos, las universidades se vacían, el Hospital Garrahan se queda sin fondos, los científicos emigran y miles de trabajadores son despedidos. Pero eso sí: el prime time está asegurado.
“Mientras el país se hunde, ellos reparten cargos como si fueran papeles en una comedia barata”
Así las cosas, Argentina sigue siendo ese país donde todo puede pasar: los economistas se vuelven panelistas, los panelistas diputados y las vedettes legisladoras. Un país donde el drama político es indistinguible de la ficción televisiva. Y donde el verdadero problema no es que Karen Reichardt entre al Congreso, sino que ya no nos sorprenda.
Opinión final
Lo que muestra este episodio no es una anécdota, sino un síntoma. Cuando el mérito deja de ser una virtud y la gestión se reemplaza por la obediencia, la democracia se vacía de sentido. Hoy las luces del espectáculo iluminan el Congreso, pero detrás del brillo, el país real —el de los jubilados, los estudiantes, los médicos y los trabajadores— queda en penumbras. Y si el poder se convierte en un show, lo que pierde no es el rating: es la República.