En Villa Sarmiento, un rincón de Morón, se encuentra un lugar especial que invita a sumergirse en el mundo de la reconocida escritora María Elena Walsh. La Casa Museo María Elena Walsh es un verdadero paraíso de juegos, sentidos y palabras que este mes celebra su primer aniversario desde su inauguración. En este espacio único, donde la autora nació y vivió hasta finalizar la primaria, se guardan tesoros y detalles que merecen ser descubiertos y disfrutados por visitantes de todas las edades.
Diseñada bajo el concepto de una museología comunitaria e interactiva, la Casa Museo María Elena Walsh invita a los visitantes a sumergirse en la vida y obra de la autora a través de una experiencia sensorial y participativa. Aquí, todo se puede tocar, explorar y vivir de manera cercana, permitiendo a los visitantes conectarse de forma íntima con la esencia y el legado de esta figura emblemática de la literatura argentina.
Fotografía: Gustavo Gonzalez
las vacaciones de invierno llegaron a su fin y la rutina volverá a marcar el ritmo diario, la Casa Museo María Elena Walsh permanecerá abierta para aquellos que deseen adentrarse en un mundo de magia, creatividad y poesía. A solo unas cuadras de la Estación Ramos Mejía, este espacio se erige como un oasis cultural en medio de la cotidianidad, recordando a los visitantes la importancia de la creatividad, la imaginación y la literatura en nuestras vidas.
El legado de María Elena Walsh, reconocida por su talento como escritora, compositora y referente de la literatura infantil, cobra vida en cada rincón de la Casa Museo que lleva su nombre. Los visitantes pueden recorrer las habitaciones donde la autora vivió, descubrir sus creaciones y disfrutar de un ambiente que invita a jugar, a soñar y a sentir la magia de sus palabras.
En un contexto donde la cultura y el arte son más necesarios que nunca, la Casa Museo María Elena Walsh se erige como un espacio de encuentro, aprendizaje y disfrute para toda la comunidad. A través de la memoria y el legado de esta figura icónica de la literatura argentina, se promueve la creatividad, la imaginación y el amor por las palabras, recordándonos la importancia de preservar y celebrar nuestra herencia cultural. ¡Un año de la Casa Museo María Elena Walsh, un universo de juegos, sentidos y palabras que invita a todos a sumergirse en la magia de la literatura y la creatividad!
Fotografía:Gustavo Gonzalez
Asimismo la escritora describe “La calle era ancha y de tierra, con manzanilla que avanzaba hasta la mitad con veredas a medias de ladrillo y una hilera apretada de paraísos. Pasaban carros, la polvareda hacía toser…”, describió la autora. Esa es una de las características del lugar: todo está narrado en primera persona. Todo lo cuenta ella. Es María Elena la que nos da la bienvenida en un primer cartel. “Aquí había olor a tía (…). Había un cielo entero por donde navegaban las hamacas”, además Recuerda cómo en el verano salían “en busca del misterio”, las corbatas que descosía para averiguar “misterios sobre lo que es mejor no preguntar porque todavía no se han inventado las respuestas”. Todo es interactivo, todo es para explorar, como debe ser la infancia. Hasta el botiquín del baño.
UN POCO DE HISTORIA
Hace exactamente un siglo se casaban Enrique Walsh (hijo de inmigrantes de origen irlandés, jefe de contaduría de la línea Sudoeste del Ferrocarril, viudo con cuatro hijos adolescentes) y Lucía Elena Monsalvo (argentina, amante de la naturaleza).
Un año antes se habían ido a vivir al caserón, protagonista de esta historia. En 1925 nacería Susana, y cinco años después María Elena, a quien Lucía tuvo en el cuarto de su casa. Así se recuerda hoy en la habitación, recreada con gran detalle (otra clave de la Casa Museo: los detalles, qué es la infancia sino un sobresalto tras una emoción).
Por otra parte Al salir al patio aparece la magia: ahí perdura el jacarandá que inspiró la canción. Es que esa casa fue el principio de todo: de una imaginación que brotaba a mares, de las primeras travesuras y amistades, de la emoción por sabores de las comidas, de aprender los «deber ser», de la importancia de lo comunitario, de las búsquedas de las felicidades.
Fotografía:Gustavo Gonzalez
Asimismo con Lucas Ghi en la intendencia de Morón. Se deciden retomar un proyecto trunco de 2015: averiguar si se podía hacer algo con la casa de la infancia de María Elena. Primero debían dar con ella. Consiguen la partida de nacimiento donde está registrado que nació allí. Y dieron con los propietarios.
En 1940
la familia Walsh se la vende a una clínica de salud mental que funcionaba en el lote ubicado detrás en la manzana y que, para evitar la zozobra del barrio por tener “un loquero” al lado, había empezado a adquirir las propiedades linderas, entre ellas la casa de ME. Pero al poco tiempo la clínica se la vende a una familia armenia, que continuó con ella hasta que en 2020 el Municipio se la compra con fondos aportados por el Ministerio de Cultura de la Nación.
Llegó entonces el momento de remodelarla y pensar el diseño, para lo cual acudieron al Instituto Cultural de la Provincia, que brindó recursos y especialistas para su puesta en valor. El lugar estaba destrozado.
,Foto reproducción del museo
cabe señalar que Maribel García magíster en Museología estuvo a cargo del diseño museológico y museográfico: “Cuando me presentaron la casa estaba totalmente destruida, pero fue maravilloso entrar y ver en el medio el jacarandá, lo que había quedado de la memoria viva de esa casa, lo que nos dice de nuestra memoria popular. Como museóloga tuve ese reto: poder sentir a esa María Elena artista pero también sentir a esa María Elena niña que se crió allí,