
Con las elecciones de medio término a la vista, el llamado «Plan Fase 4» del equipo económico de Milei y Caputo genera más dudas que certezas entre los empresarios. La reciente controversia en torno a la mala praxis del equipo, especialmente con el desarme de las letras de financiamiento (Lefis), ha desatado un aumento descontrolado en la tasa de interés, que cada vez parece más peligrosa.
En ese sentido preocupación resuena en la city porteña, donde economistas como Pablo Tigani advierten que el ascenso de las tasas de interés no es una oportunidad, sino un indicativo de un riesgo creciente. A esto se suma la calma cambiaria, artificialmente sostenida a través de intervenciones en el mercado de dólares financieros, lo que podría acarrear consecuencias serias en el corto plazo.
Un reciente informe de Facimex Valores resalta que el Banco Central vendió más de 3.600 millones de dólares en contratos de dólar futuro en solo un mes. Esta dinámica despierta alarmas, ya que podría transformarse en una «bomba de tiempo» si el tipo de cambio oficial se rezaga y los actores del mercado intentan cubrirse.
En medio de esta inestabilidad, descontento persiste en el sector agrícola por la falta de acumulación de reservas, mientras las tasas de interés se elevan y el dólar alcanzan niveles críticos. Se especula incluso que, tras las elecciones, podría ocurrir una devaluación inesperada. La situación económica actual plantea un futuro incierto para el plan de Milei, cuya dirección no es clara para muchos.
Los datos de actividad económica tampoco son alentadores. El último informe del IPI de FIEL reportó una caída del 1,2% en junio en comparación con mayo, y del 0,8% respecto al primer trimestre. La preocupación se refleja en el Observatorio IPA que indica que el crecimiento anual se debe más a un efecto rebote tras la profunda contracción de 2024 que a cambios estructurales positivos en la economía.
Entre la comunidad empresarial, existe un sentimiento generalizado de que la falta de reactivación podría poner en riesgo la sostenibilidad del superávit fiscal. Los expertos advierten que los programas que dependen de «falsos superávits», como los de Grecia antes de 2010, son propensos a colapsos de confianza y correcciones abruptas en el futuro.
A pesar de las crecientes dificultades, la administración aún cuenta con el apoyo de los grupos económicos, quienes esperan reformas estructurales en materia laboral, tributaria y jubilatoria. Sin embargo, perspectivas externas muestran entusiasmo hacia Milei y su potencial, aunque los inversores son cautelosos y esperan cambios substanciales, como la eliminación del cepo cambiario, antes de realizar inversiones significativas.
Desde la Cámara de Comercio Americana (Amcham), se ha enfatizado que, para atraer inversiones genuinas, el gobierno debe garantizar acceso al mercado de cambios para el giro de dividendos y otros pagos. Un desarrollador que tuvo reuniones en Wall Street resumió el sentir general: hay optimismo hacia Milei, pero los inversores prefieren esperar hasta que haya claridad en las políticas económicas y mejoras en la calificación del país.
En conclusión, aunque se ha evitado un derrape total de la economía, la incertidumbre sobre el futuro del plan económico de Milei y Caputo pone a los empresarios en una posición de alerta. Con un ajuste que, aunque necesario, podría agotar a la economía en las actuales condiciones, la situación requiere atención y una estrategia clara que asegure la confianza y la estabilidad en el país.