
El presidente desoyó el reclamo social y político en defensa de la educación superior y deslizó que también podría bloquear los recursos del hospital pediátrico más importante del país.
El presidente Javier Milei vetó la Ley de Financiamiento Universitario, aprobada por el Congreso con amplio respaldo opositor y que buscaba garantizar recursos estables para el funcionamiento de las universidades nacionales. La medida, que generó inmediato rechazo en la comunidad académica, desconoce el masivo reclamo ciudadano que en abril colmó las calles de todo el país en defensa de la universidad pública.
El veto no solo clausura la posibilidad de dotar de previsibilidad al sistema de educación superior, sino que marca un gesto político: imponer el ajuste fiscal por encima del consenso legislativo y social. Desde los rectores universitarios hasta los centros de estudiantes, el repudio fue unánime.
Pero la controversia no termina allí. Milei dejó trascender su intención de vetar también el financiamiento al Hospital Garrahan, un centro de salud pediátrica de referencia en América Latina que atiende a miles de niños y niñas de todo el país. La sola posibilidad de afectar sus recursos desató alarma entre médicos, pacientes y familias que dependen de la atención gratuita y de alta complejidad que brinda el hospital.
De concretarse ambos recortes, el Gobierno quedaría enfrentado a dos instituciones emblema de la sociedad argentina: la universidad pública, motor de movilidad social y producción de conocimiento, y el Garrahan, símbolo de equidad y excelencia en la salud infantil.
Para amplios sectores sociales, Milei no vetó solo una ley: vetó derechos básicos que forman parte de la identidad y del orgullo nacional.