
SanCor, una de las cooperativas lácteas más emblemáticas de Argentina, se encuentra en una encrucijada crítica que podría llevarla a uno de los colapsos más resonantes de la historia empresarial del país. Con una deuda que supera los 400 millones de dólares, la cooperativa ha visto cómo su producción se desplomaba drásticamente, pasando de procesar 4 millones de litros de leche diarios a apenas 70.000 litros.
En ese sentido esta caída no solo refleja la gravedad de la situación financiera de la empresa, sino que también ha llevado al cierre de plantas y a la reducción de su personal en un intento desesperado por sobrevivir.
La planta de La Carlota, en Córdoba, que se especializa en la producción de quesos duros, ha estado paralizada desde el 6 de enero. Este cierre, que se suma a la inactividad de otras instalaciones que operan a niveles mínimos, pone de manifiesto la fragilidad de la cooperativa. La crisis de SanCor no es un fenómeno reciente; ha estado gestándose durante años, alimentada por una crónica falta de liquidez que ha resultado en deudas acumuladas con proveedores, bancos y empleados.
En enero de este año, la cooperativa tomó la drástica decisión de despedir a 300 trabajadores en sus plantas de Córdoba y Santa Fe, justificando la medida por «razones de fuerza mayor». Posteriormente, en febrero, SanCor solicitó la apertura de un concurso preventivo de acreedores, una estrategia que buscaba evitar la quiebra que parecía inminente. Sin embargo, ni esta medida ni las constantes búsquedas de inversores privados han logrado revertir la situación. La falta de confianza de los productores tamberos, sumada a las demoras en los pagos, ha dificultado la atracción de capital fresco que podría revitalizar la cooperativa.
Ante este panorama, algunos analistas sugieren que la única salida viable podría ser la reconversión de SanCor en una empresa privada, lo que implicaría la entrada de nuevos inversores dispuestos a arriesgar su capital en un intento por salvar lo que queda de la cooperativa. Sin embargo, esta opción también conlleva sus propios riesgos y desafíos, dado el estado actual de desconfianza que rodea a la marca.
La realidad es que SanCor necesita con urgencia un salvavidas financiero para evitar caer en el abismo de la quiebra. La cooperativa, que en su apogeo representaba un pilar fundamental para la economía láctea argentina, hoy enfrenta un futuro incierto que podría significar no solo su desaparición, sino también el impacto en miles de trabajadores y productores que dependen de su existencia. La historia de SanCor es un recordatorio de los desafíos que enfrentan muchas empresas en un entorno económico cada vez más complicado, y su desenlace será un tema de atención en los meses venideros.