
Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, abrió la puerta a un auxilio financiero para el Gobierno argentino, pero dejó en claro que el apoyo estará atado a compromisos estrictos en materia económica y política.
Mientras el Gobierno argentino negocia contrarreloj un préstamo con Estados Unidos, fuentes oficiales confirmaron que la administración de Donald Trump planteó exigencias concretas. La primera es la disciplina fiscal: un compromiso sostenido de reducción del déficit y control del gasto público.
En segundo lugar, se reclama avanzar en la liberalización del mercado de cambios y sostener un esquema que aporte previsibilidad a los inversores. El Tesoro norteamericano, a través del Exchange Stabilization Fund, podría inyectar dólares para reforzar reservas y contener la volatilidad, pero pide garantías de transparencia en el manejo de esos recursos.

Otra condición clave es el respaldo político: Trump quiere asegurarse que las metas pactadas tengan aval institucional y no se vean interrumpidas por giros internos. En ese sentido, la ley argentina que obliga a pasar por el Congreso cualquier endeudamiento externo mayor suma un desafío extra.
Por fuera de la economía, la mirada geopolítica también cuenta: en Washington valoran que Buenos Aires limite la influencia de Beijing y abra licitaciones estratégicas a empresas estadounidenses.
El escenario deja en claro que la asistencia de EE.UU. no será automática ni inmediata. “El préstamo está en la mesa, pero las condiciones son duras”, sintetizó un operador financiero.