
Hace más de cuarenta años, un hallazgo inesperado transformó la vida de una familia y el destino de un pequeño pueblo. La mina de amatista de Wanda,en Misiones que sigue perteneciendo a la misma familia, ha generado ingresos millonarios y se ha convertido en un atractivo turístico único en la región.

La localidad de Wanda, situada a 40 kilómetros de las majestuosas Cataratas del Iguazú, los agricultores que trabajaban la tierra encontraron, en lugar de simples piedras, un sinfín de amatistas y cuarzos. Lo que comenzó como un trabajo agrícola para cultivar yerba mate se transformó en un lucrativo negocio tras la llegada de geólogos que confirmaron la riqueza mineral del terreno.
La señora Patricia Bush y la familia Rivas, socios en este proyecto, se encontraron con 32 hectáreas de minerales valiosos. Este descubrimiento no solo cambió sus vidas, sino que atrajo a otros terratenientes que comenzaron a invertir en la zona, dando lugar a otras minas, aunque ninguna ha alcanzado la fama y éxito de la mina de Wanda.

Desde 1978, cuando comenzaron las extracciones, la mina ha estado en continuo funcionamiento, primero a cielo abierto y, desde 1996, mediante túneles que permiten acceder a las riquezas minerales sin comprometer la seguridad de los trabajadores. En la actualidad, se explotan dos hectáreas, y la principal preocupación es la cuidadosa extracción de la amatista, la joya más preciada de la mina.

Gustavo Ocampos explica que el proceso de extracción es delicado; la amatista debe ser extraída en su burbuja original, pues cualquier daño puede devaluar su calidad de joyería fina a simple artesanía. La mina produce no solo amatista, sino también otras piedras semipreciosas, que han encontrado su utilidad en la tecnología moderna.
El fenómeno geológico que creó la mina es igualmente fascinante. Derivado de la gran falla del Macizo de Brasilia, esta área se formó hace aproximadamente 140 millones de años, dando lugar a las Cataratas del Iguazú y a las minas de Wanda. La lava que se enfrió rápidamente formó burbujas que, a la postre, se convirtieron en los cristales de amatista y cuarzo que hoy son tan valorados.

Mientras recorren los túneles de la mina, los visitantes pueden apreciar los secretos de su formación y el arduo trabajo que implica su extracción. Utilizando técnicas modernas, los mineros realizan perforaciones controladas que les permiten acceder a las burbujas de mineral con suma precisión, un proceso que puede durar entre dos semanas y un mes.
Hoy en día, la Compañía Minera Wanda, que continúa en manos de la familia Bush, factura millones al año y se ha consolidado como un destino turístico referente, atrayendo a visitantes de todo el mundo. Ofrecen visitas guiadas y cuentan con una tienda donde se pueden adquirir artesanías y joyas elaboradas con los minerales extraídos.
Con una historia rica en descubrimientos y una tendencia a atraer la curiosidad de turistas y geólogos, la mina de Wanda no solo es un ícono de la minería en Misiones, sino también un legado familiar que sigue prosperando al paso del tiempo. Así, este mágico lugar sigue conectado a su historia, al mismo tiempo que se abre al futuro, prometiendo continuar su producción y atracción turística por los años venideros.